jueves, 12 de febrero de 2009

Antonio De Cabezón

Cuando sólo contaba 18 años de edad entró al servicio de la Casa Real de España en tiempos del Emperador Carlos V y la Emperatriz Isabel de Portugal.

A propósito de lo anterior y según lo explica el Pbro. Higinio Anglés, Carlos V no tuvo en verdad capilla musical española, pero si la Emperatriz. Es sabido que a Isabel le apasionaba la música, y que tenía a su servicio 28 cantores, 10 trompetistas y 14 trovadores, los cuales constantemente amenizaban las fiestas y ceremonias de palacio.

Una vez fallecida ésta, el grupo de instrumentistas no se desintegró sino que le fue asignado al Príncipe Felipe. Es así como Cabezón viaja con Felipe II en su jornada matrimonial a Inglaterra, antes del desastre de "la Invencible".

Demostró en Londres tal habilidad, que los virginalistas ingleses asimilaron las novedades aportadas por él. Además, acompaña al monarca a los centros más importantes de Europa, incluyendo Italia, Alemania y Holanda. El músico serviría a la Corte durante 40 años.

Felipe II le tenía mucho aprecio. El retrato del músico que, según cuenta su citado hijo Hernando, mando a hacer el monarca, lo guardaba éste celosamente en su palacio.

El legado de Cabezón ocupa un lugar único en la historia del arte musical hispánico. Y hacia Europa, su trascendencia es, así mismo, realmente considerable. Ya anotamos cómo influyó sobre los virginalistas ingleses.

Este admirable organista y compositor, cuya personalidad cobra singular relieve en la música europea del Renacimiento, ha sido llamado por Pedrell, muy apropiadamente, "el Bach español".

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